@MagdaRevetllat
Una semana después del Fetival de Eurovisión de este año 2015, podemos ver con más distancia el acontecimiento, adorado por unos y menospreciado por otros.
¿Qué la música es de baja calidad? ¿Qué es algo que debería desaparecer? ¿Qué se emplea dinero que Europa necesita para cosas mucho más importantes? ¿Qué son canciones y cantantes fabricados para el concurso?
Bueno, cada uno tendrá su opinión, la mía es que es un festival que ha evolucionado a lo largo de los años y que fascina a millones de personas, no solo de Europa, y sí, yo soy una de esas personas.
Las dos semifinales llevaron 27 países a la final, de entre ellos había algunos favoritos como era
Rusia, que en mi opinión era demasiado sosa como canción y como intérprete. Publiqué previamente mis canciones favoritas:
Israel,
Irlanda (que no llegó a la final),
Islandia,
Bélgica,
Holanda y
Suecia, que ganó.
No me gustó el chantaje emotivo de
Francia, evocando horrores bélicos y malos vencidos, ni el de
Rumanía con el niño entristecido en medio de gélidos paisajes, y aunque me gustó el ritmo arrollador de
Gran Bretaña, no el tipo de música. Por otra parte hubo vídeos muy buenos que se pudieron ver previamente como el de Bélgica,
Armenia o el de
Noruega. El peligro de un video muy bueno es que la puesta en escena en el festival puede decepcionar. Suecia en este sentido jugó bien, pues el video era de una estética minimalista, formato panorámico, y la letra de la canción perfectamente legible, y su puesta en escena fantástica, con esas alas de mariposa aleteando justo en el momento que la canción dice
butterfly.
El espectáculo estuvo a la altura de un festival nacido en el siglo pasado y mejorado con las nuevas tecnologías que permiten, por su
web o por
YouTube, ver las canciones participantes y conocer la trayectoria profesional de los intérpretes. Los países organizadores aprovechan el evento para darse a conocer y publicitar su gastronomía, paisajes y ciudades.
Algún punto negativo tiene el festival, como los gritos "Edurne, Edurne, España, España" cuando las presentadoras estaban hablando: vale, no entendías nada de lo que ellas decían, pero las buenas maneras dictan que si alguien está hablando se mantenga un educado silencio. Lo que también se puede hacer es aprender inglés. Otro punto negativo fue del presentador de la televisión austríaca, que se le escapó una risita cuando la cámara enfocó a la representante de Serbia. Supongo que alguien le dio un codazo por los segundos de silencio que hubo. Hombre, un poco de profesionalidad.
Por lo que respecta a España en mi opinión Edurne estuvo a la altura en cuanto a interpretación de la canción, pero sus poses eran ridículas, demasiado rígidas, y el vestido voladizo era un efecto de cabaret de los años 80, muy distinto del sueco que podía cantar y moverse con agilidad, acompañado de unos sencillos efectos luminosos de blanco sobre negro, como si fueran trazados en una pizarra.
¿Qué emoción no debió sentir el ganador, aclamado por miles de personas en el recinto y visto por millones de televisores, subiendo por las escaleras entre cañonazos de confeti dorado?
¿De verdad no os gusta el Festival de Eurovisión?
Bueno, si no lo viste,
aquí puedes ver la final.