@MagdaRevetllat
El actor Geoffrey Rush encarna al dueño de una casa de subastas, de prestigio internacional, que se enfrenta a una extraña situación: una joven que vive aislada del mundo encerrada en el cuarto de su mansión repleta de cuadros, tapices y pinturas, solicita sus servicios para peritar y poner a subasta las piezas.
Incómodo al principio por la gestión inusual, pronto quedará fascinado por la misteriosa propietaria y por el lugar, en el que va descubriendo piezas de una construcción mecánica antigua.
El actor Geoffrey Rush encarna al dueño de una casa de subastas, de prestigio internacional, que se enfrenta a una extraña situación: una joven que vive aislada del mundo encerrada en el cuarto de su mansión repleta de cuadros, tapices y pinturas, solicita sus servicios para peritar y poner a subasta las piezas.
Incómodo al principio por la gestión inusual, pronto quedará fascinado por la misteriosa propietaria y por el lugar, en el que va descubriendo piezas de una construcción mecánica antigua.
Aunque rico, vive una existencia solitaria, casi sin amigos, a excepción de un fracasado pintor, interpretado por Donald Sutherland, que le ayuda en sus trapicheos de compra venta de piezas de grandísimo valor.
Pronto el interés comercial por los objetos de arte de la mansión quedará en segundo lugar pues sus esfuerzos serán para que la joven pueda recuperarse psicologicamente y llevar una vida normal, cosa que no será fácil.
Una bellísima puesta en escena con ambientes elegantes, restaurantes luminosos, vestuario a la altura de los exclusivos lugares que la historia muestra, magnífica interpretación del polifacético Geoffrey Rush, cuyo personaje evoluciona del amor por los objetos al amor por las personas y no tan satisfactoria, a mi entender, interpretación de Sylvia Hoeks, en ocasiones demasiado rígida y en ocasiones, más que enferma o excéntrica, parece una simple niña mimada.
Y por supuesto, una banda sonora excepcional.
Una bellísima puesta en escena con ambientes elegantes, restaurantes luminosos, vestuario a la altura de los exclusivos lugares que la historia muestra, magnífica interpretación del polifacético Geoffrey Rush, cuyo personaje evoluciona del amor por los objetos al amor por las personas y no tan satisfactoria, a mi entender, interpretación de Sylvia Hoeks, en ocasiones demasiado rígida y en ocasiones, más que enferma o excéntrica, parece una simple niña mimada.
Y por supuesto, una banda sonora excepcional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario