@MagdaRevetllat
Un relato futurista en el que se ha vuelto a la imposición de unos valores tradicionales y a la vigilancia extrema, una revisión de 1984 de Orwell desde un punto de vista femenino, una sociedad dirigida por hombres con un fuerte predominio del matriarcado y detrás de esa fachada una búsqueda de escape, total o momentánea.
Se vuelven a quemar libros como en Farenheit 451 de Bradbury pues esos libros crean deseos que no deben ser despertados. Además se queman ropas y revistas pues la mujer debe ser austera en el vestir, sin adornos o arreglos en el cabello. Las Marthas, las Esposas, las Criadas, las Econoesposas... Cada una desarrollando la tarea para la que ha sido escogida, sin salir del camino fijado.
Y las mujeres son las principales guardianas de las mujeres, como en La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher los capataces eran del mismo color que los sometidos pues asì los primeros disfrutaban de privilegios.
Guardianes por todas partes, guerra en el exterior de las fronteras, matrimonios arreglados, jóvenes que son entregadas como esposas a los soldados héroes.
Y bajo esa fachada la rebelión se urde y, aunque a veces se descubre, no se aniquila del todo. Y también debajo de esta fachada los hombres no tienen suficiente con sus sumisas esposas y sus criadas reproductoras, ellos se reúnen buscando diversión como en Las esposas de Stepford de Ira Levin.
Escenas de sociedades que hemos visto en otros libros pero que Margaret Atwood salpica con su propia salsa.
La última parte del libro, el Congreso de Historia cuyo tema es la época de Gilead, aclara algún punto y alguno lo deja desdibujado, resaltando el interés de El relato de la Criada pues describe lo que ocurrió aunque siempre quedarán, como en cualquier época pasada, zonas de oscuridad.
Un relato futurista en el que se ha vuelto a la imposición de unos valores tradicionales y a la vigilancia extrema, una revisión de 1984 de Orwell desde un punto de vista femenino, una sociedad dirigida por hombres con un fuerte predominio del matriarcado y detrás de esa fachada una búsqueda de escape, total o momentánea.
Se vuelven a quemar libros como en Farenheit 451 de Bradbury pues esos libros crean deseos que no deben ser despertados. Además se queman ropas y revistas pues la mujer debe ser austera en el vestir, sin adornos o arreglos en el cabello. Las Marthas, las Esposas, las Criadas, las Econoesposas... Cada una desarrollando la tarea para la que ha sido escogida, sin salir del camino fijado.
Y las mujeres son las principales guardianas de las mujeres, como en La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher los capataces eran del mismo color que los sometidos pues asì los primeros disfrutaban de privilegios.
Guardianes por todas partes, guerra en el exterior de las fronteras, matrimonios arreglados, jóvenes que son entregadas como esposas a los soldados héroes.
Y bajo esa fachada la rebelión se urde y, aunque a veces se descubre, no se aniquila del todo. Y también debajo de esta fachada los hombres no tienen suficiente con sus sumisas esposas y sus criadas reproductoras, ellos se reúnen buscando diversión como en Las esposas de Stepford de Ira Levin.
Escenas de sociedades que hemos visto en otros libros pero que Margaret Atwood salpica con su propia salsa.
La última parte del libro, el Congreso de Historia cuyo tema es la época de Gilead, aclara algún punto y alguno lo deja desdibujado, resaltando el interés de El relato de la Criada pues describe lo que ocurrió aunque siempre quedarán, como en cualquier época pasada, zonas de oscuridad.
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