domingo, 16 de agosto de 2015

Hombres de hierro en barcos de hierro

@MagdaRevetllat


Hombres de hierro en barcos de hierro es la definición que el protagonista, un joven marinero aspirante a capitán, da de los tripulantes de los barcos que recorren mares y océanos. La novela transcurre durante la I Guerra Mundial y narra la vida de tres amigos que correrán distinta suerte pues aunque perteneciendo a la marina mercante, no se libran de los peligros de los viajes: mares cubiertos de minas, submarinos que hunden barcos y, después de quedarse con la carga, dejan a la tripulación a su suerte en  pequeños botes en medio del mar, hombres inocentes acusados de espionaje y encarcelados y familias que esperan la vuelta de sus seres queridos.

El prólogo de Gonzalo de Reparaz, escrito en Barcelona en agosto de 1930, no deja mucho a la imaginación:

"Nos muestra en toda su desnudez la hediondez de la guerra. Con ella y por ella florecen y dan repugnante fruto las más viles pasiones humanas: la codicia, la crueldad, la falsedad, el egoísmo. Cúbranlas de ropajes vistosos, de flores y de laureles; disfrácenlas con palabras glorificadoras:
patriotismo, heroísmo. El fondo es salvajismo y prostitución. Los armadores, con tal de ganar dinero, no vacilan en sacrificar vidas; los Gobiernos mienten diariamente para mandar nuevas legiones de hombres a la muerte en beneficio de los fabricantes y los comerciantes; los directores de la matanza se adjudican premios y honores, a reserva de ir luego muy respetuosos y compungidos a dejar coronas en la tumba del soldado desconocido".

La historia está nutrida del lenguaje marinero, de las distintas zonas de un buque, de las diferencias entre los barcos y las rutas, del detalle del jornal de un marinero, un fogonero, del primer oficial y del capitán y de la descripción de los puertos de Valencia, Tarragona y Barcelona.

Como en toda novela, el personaje principal sufre una transformación por lo que vive y siente:

"La desaparición del Greco fue un rudo golpe asestado a mi optimismo juvenil. Empezaba a comprender que en España la marina mercante no tiene ninguna importancia; el barco mercante es el juguete que descansa en el puerto los domingos para que las gentes vayan a contemplarlo comiendo avellanas; el barco mercante es el esclavo olvidado del gran señor. El gran señor es el comercio, la ciudad, el negocio, y nosotros no éramos más que humildes criados que nos esforzábamos para agradar al amo".

Libros que vienen de otra época, de los que ahora se encuentran en las paradas de segunda mano, cuyo precio original está en la portada, pero que transmiten los mismos sentimientos, grandezas y flaquezas humanas.










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