@MagdaRevetllat
Naranja es el nuevo negro es la autobiografía de Piper Kerman, que pasó un año en una prisión federal por blanquear dinero proveniente del tráfico de drogas.
Esta mujer joven, recién graduada en una prestigiosa universidad femenina, se mezcló con un grupo de traficantes y viajó a países exóticos en lo que le parecía una gran aventura. Cuando empezó a caer en la cuenta de lo peligroso de la situación se alejó de esas personas y sus manejos y empezó una nueva vida con un buen trabajo y una relación con Larry, que de amigo pasó a prometido. Pero años más tarde los federales llamaron a su puerta y toda esa vida quedó detenida y fue condenada a un año de prisión.
Apartada del mundo que conocía convivió un año con otras mujeres, de todas las edades, de todos los estratos sociales, de diversos países. Vio como se agrupaban por origen, como las hispanas o las negras formaban sus grupos pero también descubrió que no eran grupos cerrados y agresivos y, que si respetabas las normas internas y las jerarquías, podía no irte mal del todo.
En prisión aprendió que no estaba sola, que su familia y amigos la animaban a resistir, los libros y cartas que recibía permitían que el paso del tiempo no fuera tan lento y se unió a equipos de trabajo y frecuentaba el gimnasio en el que pasaba horas, como en la pista de atletismo en la que hacía kilómetros. Su mayor dolor sin embargo fue el que causó a su familia, que desconocían todas sus actividades delictivas y de los que quedó separada durante un año, año en el que murió su abuela.
Allí también conoció a las verdaderas víctimas de su delito, las reclusas adictas a las drogas, mujeres por las que sintió afecto a la vez que vergüenza de sí misma por sus actos pasados.
Con momentos mejores y peores pasó ese año en prisión, donde la comida, dependiendo del día, podía ser basura o exquisita, y donde se especializó en el pastel de queso de la cárcel, cuya receta empieza así:
Coge un paquete de galletas compradas del economato y cuatro porciones de margarina robada del comedor...
El libro ha inspirado una serie de TV de gran éxito. No he visto la serie pero por los trailers tengo la sensación que transmiten muy poco del auténtico mensaje enviado por Piper, la sensación de indefensión ante un sistema que no se preocupa de los que están encerrados, como el encargado de un almacén no se preocupa de la lata de tomates que hay en el estante. Un sistema que permite que entre las paredes de la prisión puedan suceder muchas cosas que no deberían y donde la lentidud del paso del tiempo es el principal enemigo y puede llevar a la desesperación.
En la actualidad Piper Kerman trabaja en colaboración con una ONG que ayuda a mujeres en la cárcel.
Naranja es el nuevo negro es la autobiografía de Piper Kerman, que pasó un año en una prisión federal por blanquear dinero proveniente del tráfico de drogas.
Esta mujer joven, recién graduada en una prestigiosa universidad femenina, se mezcló con un grupo de traficantes y viajó a países exóticos en lo que le parecía una gran aventura. Cuando empezó a caer en la cuenta de lo peligroso de la situación se alejó de esas personas y sus manejos y empezó una nueva vida con un buen trabajo y una relación con Larry, que de amigo pasó a prometido. Pero años más tarde los federales llamaron a su puerta y toda esa vida quedó detenida y fue condenada a un año de prisión.
Apartada del mundo que conocía convivió un año con otras mujeres, de todas las edades, de todos los estratos sociales, de diversos países. Vio como se agrupaban por origen, como las hispanas o las negras formaban sus grupos pero también descubrió que no eran grupos cerrados y agresivos y, que si respetabas las normas internas y las jerarquías, podía no irte mal del todo.
En prisión aprendió que no estaba sola, que su familia y amigos la animaban a resistir, los libros y cartas que recibía permitían que el paso del tiempo no fuera tan lento y se unió a equipos de trabajo y frecuentaba el gimnasio en el que pasaba horas, como en la pista de atletismo en la que hacía kilómetros. Su mayor dolor sin embargo fue el que causó a su familia, que desconocían todas sus actividades delictivas y de los que quedó separada durante un año, año en el que murió su abuela.
Allí también conoció a las verdaderas víctimas de su delito, las reclusas adictas a las drogas, mujeres por las que sintió afecto a la vez que vergüenza de sí misma por sus actos pasados.
Con momentos mejores y peores pasó ese año en prisión, donde la comida, dependiendo del día, podía ser basura o exquisita, y donde se especializó en el pastel de queso de la cárcel, cuya receta empieza así:
Coge un paquete de galletas compradas del economato y cuatro porciones de margarina robada del comedor...
El libro ha inspirado una serie de TV de gran éxito. No he visto la serie pero por los trailers tengo la sensación que transmiten muy poco del auténtico mensaje enviado por Piper, la sensación de indefensión ante un sistema que no se preocupa de los que están encerrados, como el encargado de un almacén no se preocupa de la lata de tomates que hay en el estante. Un sistema que permite que entre las paredes de la prisión puedan suceder muchas cosas que no deberían y donde la lentidud del paso del tiempo es el principal enemigo y puede llevar a la desesperación.
En la actualidad Piper Kerman trabaja en colaboración con una ONG que ayuda a mujeres en la cárcel.
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