Hace pocos días vi, en la calle, un padre que estaba riñendo a su hijo con fuertes gritos. El pequeño se abrazaba a su madre mientras sollozaba y la madre intentaba calmarlos a los dos.
Esta escena me recordó otra que vi hace tiempo en el zoo, en el estanque de los leones marinos: el macho perseguía a la hembra pero el pequeño se interponía entre ambos hasta que el macho, con un fuerte grito, asustó a la cría que se quedó atemorizada en un rincón.
La conclusión de estas dos historias te la dejo a ti.
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